Al lado de la casa de mis padres, en Punta Gorda, había una cabaña de madera y chapas como las que se construian a por los años 20 ó 30 del siglo pasado pasado para casas de playa, adonde todos los veranos el famoso actor uruguayo Santiago Arrieta, que vivía desde hacía muchas décadas en la Argentina y había hecho una importante carrera en cine y teatro del otro lado del charco, venía a escapar del opresivo calos bonaerense. Cuando lo conocimos ya estaba retirado de las tablas y casi de inmediato nos hicimos amigos con él, su esposa y sus nietos. Con los años lleganos a tenerles -y creo que era recíproco- mucho afecto. Santiaguito, como lo llamábamos los allegados, era un hombre sencillo en el trato, pero con una personalidad carismática. En esta imagen está charlando en el "rancho" de bueyes perdidos durante la sobremesa de un caluroso día del verano de 1973.
