viernes, 29 de enero de 2021

Allá por el 73, II


A este señor lo veía con frecuencia cuando me dirigía al Sorocabana a encontrarme con mis amigos. Se ponía  a rascar su violín siempre en el mismo lugar, era su parada. Me llamaba la atención el contraste entre la elegancia y el pomposo nombre del cartel de la peletería a sus espaldas y su aspecto rotoso, acompasado por sus inútiles esfuerzos por extraer del violín algún sonido que sonase agradable al oído y provocase la llegada de alguna moneda salvadora.