Los días en que voy al centro a reunirme al café con algún amigo, habitualmente con Felipe, trato de retornar a mi casa antes de la puesta del sol. Con la llegada de las sombras comienzan a aparecer extraños y más bien siniestros personajes con los que no me quiero cruzar. A veces coincido brevemente con alguno de ellos y para dejar constancia de mi fugaz encuentro disparo mi cámara en su direcció, sin aminorar el paso, como quien dice a las corridas,