Cuando las vio comiendo, el perrito se acercó a ver si le daban algo. Se sentó frente a ellas y no cesó de mirarlas ofreciéndoles su hocico más seductor, pero ni caso, las muy egoístas no le llevaron el apunte -humanas burguesas...- así que decidió no perder más tiempo y buscar un alma más generosa por la vuelta, que siempre las hay.