viernes, 10 de enero de 2020

Pequeños placeres al atardecer

Aún no llegaba el atardecer, o sí, depende de para quién, es sabido que esa transición de la luz a la oscuridad que llamamos atardecer ocurre en diferentes momentos para cada uno de nosotros. En fin, llega la noche y mucho de los placeres que nos parecían indispensables ya no están a nuestro alcance, o no nos interesan más. Quedan algunos que no por modestos son menos gratificantes, como sentarse con algún viejo amigo o amiga, o quizás pariente, a tomar el té como antes, haciendo caso omiso a las costumbres de los nuevos tiempos posmodernos, o ya ni siquiera eso, metamodernos. Y yo, que disfruto de cada minuto de tertulia con mis viejos amigos y colegas en algún café hospitalario, lo sé demasiado bien.