El cartel había decidido separarse del edificio que lo había albergado (y según él, maltratado) durante un buen tiempo y viendo el intenso azul del cielo, decidió que eso es lo que quería ser: un hermoso cielo azul y comenzó a cambiar de color para parecérsele. No es que yo quiera pecar de aguafiestas, pero para alcanzar la misma tonalidad del firmamento, aún le faltaba bastante, pero así son las vocaciones a veces, parecen incongruentes, pero uno nunca sabe...
