Ha vuelto a llover, la reserva de agua de los cielos parece inagotable. La inevitable melancolía que me provoca el repiqueteo de las gotas de lluvia en los cristales de las claraboyas de mi casa, me recuerda de pronto otras lluvias que van alejándose en el tiempo, como esta vez, cuando el corto, pero elocuente diluvio ocurría en la lejana McLeod Ganj, en el noroeste de la India, donde reside el Dalai Lama