Pasaron los años, 43 años, para ser exacto, y muchos de los que estaban presentes cuando tomé la primera imagen, recién instalada la dictadura, seguramente ya no están. Hoy, en el mismo lugar, decenas de jóvenes cazan en sus celulares monstruos mucho más inocuos que los que nos perseguían entonces. Y la columna de hierro, que vio pasar tantas cosas, sigue allí como si nada.
¡La columna como testigo de la historia! ¿Qué tal?