Ayer la tarde estuvo espléndida para leer, la luz era difusa y en cualquier lugar que uno se pusiese las páginas quedaban bien iluminadas, no hacía frio, el viento estaba calmo. Como aporte extra, en la escollera Sarandí, el amigo lector podía levantar los ojos de su libro y mirar a algún carguero que llegaba o partía del puerto.
domingo, 22 de mayo de 2016
Leyendo en la escollera
Ayer la tarde estuvo espléndida para leer, la luz era difusa y en cualquier lugar que uno se pusiese las páginas quedaban bien iluminadas, no hacía frio, el viento estaba calmo. Como aporte extra, en la escollera Sarandí, el amigo lector podía levantar los ojos de su libro y mirar a algún carguero que llegaba o partía del puerto.