jueves, 7 de abril de 2016

Sobreviviente

Ayer tomé un autobús, cosa que no hago con frecuencia, ya que prefiero caminar y me crucé con otro sobreviviente del siniestro virus que hace desaparecer en los afectados todo interés por la lectura, especialmente la lectura de libros, y lo reemplaza por un desmesurado afán por comunicarse por celular, por ver películas en el cable o por internet o en sumergirse de lleno y de manera continua en las llamadas redes sociales. Son (somos) pocos los que vamos quedando, pero en este caso se trataba de un hombre joven, lo que me hace creer que aún hay esperanza.