miércoles, 9 de julio de 2014

Artigas XVII


En alguna ocasión, el prócer tiene que soportar que algún energúmeno, con la excusa de festejar algo, se suba a su pedestal. Como es más fácil subir que bajar, el desdichado debe ser ayudado a descender por los esforzados y pacientes bomberos, en medio de los vítores de un selecto público, por momentos tan exaltado como él, una sarta de malvados secretamente deseosos de verlo caer desde lo alto y hacerse papilla para su malsano regocijo.