martes, 10 de junio de 2014

Esfinge

Desde el tejado del palacio de las leyes, la esfinge domina con la mirada parte de la ciudad y espera. En cualquier momento, un diputado o senador distraído puede  pasar cerca de ella y una vez más el monstruo lo desafiará con uno de sus imposibles acertijos. El desdichado, que con certeza ignorará la respuesta, morirá.
Pude ver algo de esto a escondidas y protegido por mi cámara, escudo impenetrable. Un incauto diputado, o quizás senador que paseaba por la azotea fue detenido por el mítico engendro, que a bocajarro le espetó una pregunta letal: "¿Cómo hay que hacer para crear buenas leyes que hagan la felicidad del pueblo?". El infeliz balbuceó una respuesta incomprensible, obviamente equivocada y de inmediato fue devorado. Ese tipo de preguntas no son para los legisladores, hacérselas a ellos es jugar sucio, maldito demonio.