sábado, 14 de diciembre de 2013

Subyugados

Ya lo he afirmado antes y lo reitero ahora, respaldado por las numerosas pruebas obtenidas con mi cámara, pues es por todos sabido que las fotografías, además de valer cada una de ellas más que mil palabras, no mienten. Las pantallas nos dominan, pues con la excusa de informarnos y de servirnos mejor, en realidad se han entrometido en nuestras vidas al punto de que ya no sabríamos qué hacer sin ellas. Nos informan, es cierto, pero también dirigen nuestros pensamientos, insidiosamente se han adueñado de nuestra voluntad. Por suerte ahora estoy en Piriápolis, lejos de su nefanda  influencia. Echado en mi hamaca en la penumbra del atardecer, mientras la luna surge sonriente entre los árboles que rápidamente se van desdibujando entre las sombras, leo un buen libro...en la pantalla luminosa de mi Kindle. ¿Qué les decía yo?