Estas tres adolescentes, no tibetanas sino chinas de la etnia han, realizaban otro tipo de peregrinación, más mundana: se hallaban de paseo por la plaza Barkhor, en el centro de Lhasa. O quizás con otras intenciones, pues como me dijo un monje en tono confidencial, "los chinos no vienen a pasear sino a ver si les conviene emigrar al Tibet". Emigrar a un país con inviernos tan duros, con su altitud y los numerosos problemas de asentamiento y convivencia con los tibetanos, no debe ser una decisión fácil de tomar. Algo así como emigrar desde la costa este de los Estados Unidos hacia las tierras ocupadas por los indios durante la Conquista del Oeste, ¿no?