jueves, 5 de enero de 2012

La marcha

México es un país maravilloso para fotografiar, y no estoy pensando en el mero registro periodístico de su violencia endémica, que tanto ha crecido en los últimos decenios. Con su riquísima cultura, su diversidad étnica y de costumbres -que conste que expresamente he evitado referirme al lugar común, sus abundantes bellezas naturales- México es una constante fiesta para el ojo del observador bien dispuesto y atento. Naturalmente, uno nunca ve lo que quiere, ni lo que es, sino apenas lo que es capaz de ver, de descubrir. En 1979, entonces en plena dictadura en Uruguay y en mi país adoptivo, Brasil, era natural que mi cámara buscase contrastes relacionados con las luchas sociales y las frecuentes marchas y protestas estudiantiles.