
No, no es un fantasma suelto por las callejuelas de Ouezzane, en el norte de Marruecos, no. Se trata apenas de una mujer del barrio enfundada en su "hiyab", la vestidura islámica destinada a protegerla de las libidinosas miradas de sus congéneres masculinos. Elegante y práctica, esta prenda puede confeccionarse fácilmente con una sábana, y que los diseñadores y demás mercaderes de la moda femenina se fastidien si quieren.