domingo, 27 de marzo de 2011

Tarde de domingo II

Esta tarde de domingo de marzo comenzó triste, pues tuve que ir al velorio del padre de un compañero y amigo; luego se puso tediosa, me -nos- obligaron a votar por algo que no le interesa a nadie, para el Banco de Previsión Social, y para peor, con lista única. Pero después me largué hasta la escollera Sarandí y todo mejoró mucho. La tarde era espléndida y una brisa suave hacía más soportable la caricia del sol, que más que caricia, parecía una bofetada. Los montevideanos se habían volcado a la Rambla y la escollera Sarandí estaba repleta de pescadores de todas las edades. No vi a nadie que hubiese pescado nada mayor de un modesto pececillo, pero tampoco importaba, la cosa era ir cargando de sol las baterías del cuerpo para cuando se nos arroje encima el invierno.