sábado, 5 de marzo de 2011

Reencuentro

Esta tarde me di una vuelta por el viejo Cementerio Central, en procura de más seres angélicos y me llevé una sorpresa rayana en el soponcio. Entre las tumbas, distraído, sin siquiera escuchar el ruido que hice cuando tropecé torpemente con una lápida quebrada, estaba el ángel de la entrada de ayer. Pasaron quince años, es cierto, pero yo creía que el tiempo ("esa otra daga") no transcurría para los seres celestiales. Error: el alado estaba más bien desalado, habiendo perdido el ala derecha, se le habría caído o algo peor, y un pajarito muy simpático trataba de consolarlo con palabras que no pude entender, porque los seres que vuelan hablan otro lenguaje, pero que en mis oídos rastreros sonaban tiernas y reconfortantes.