domingo, 13 de marzo de 2011

Allá arriba



Continuando un recorrido imaginario que me mantuviese lejos del mar, con sus posibles exabruptos, llegué a Potosí, también a 4.000 de altitud (parecería ser una constante). Allí veo a esa mujer, caminando solitaria en medio de esos cerros de piedra que alguna vez albergaron en sus entrañas la plata que hizo tan infelices a los habitantes de la región, víctimas de la codicia ajena.