domingo, 29 de agosto de 2010

Malhumorado

"¡Eh, usted, el de los perros!"-gritó el grandote desde el muro en dirección al paseador de perros, que iba por el medio de la calle sin molestar a nadie. Quizás pensaba en los recuerdos que los pobres canes habrían de depositar a lo largo del camino, o puede que le haya molestado su sola presencia, por tratarse de algún acérrimo defensor de los gatos. El caso es que el muchacho y sus compañeros de cuatro patas no le hicieron ningún caso y prosiguieron tan campantes. El de la pared se tuvo que quedar allí, solo, tragándose su enojo.