martes, 27 de julio de 2010

¡Y no vuelvas!

Ignoro por qué habrá sido la disputa, pero por lo que alcancé a ver, el hombre era el que se iba, corrido, con la cola entre las piernas y con sus bártulos a otra parte, y el perrito (¿perrito?) lucía molesto y amenazante. Cosas de vecinos, supongo, la convivencia no siempre es fácil...