domingo, 27 de junio de 2010

Desaparición

Fui a cerrar la ventana del desk y casi me vino un soponcio. "¡Me robaron la plaza!", pensé angustiado, al no ver el familiar espectáculo y de inmediato una idea angustiante me asaltó, apresándome por igual aurículas y ventrículos como una garra de hielo: "¡Fueron los Klingon, después de la parálisis general de ayer al mediodía, ahora nos hacen esto!", me dije. Tras unos segundos interminables comencé percibir algo, borroso, tenue, casi inexistente, pero algo al fin, trazas. Respiré algo más aliviado. "¡Todavía hay esperanza!", escuché que decían con voz trémula, y eran mis propias palabras, pronunciadas, supongo, para convencerme a mí mismo y darme ánimo. Vivimos momentos difíciles, pero ya pasarán, y entonces volverá a brillar el sol, como siempre.