martes, 8 de junio de 2010

Café en Atenas


A veces no se necesita gran cosa para instalar un café agradable que atraiga clientes como la miel a las moscas. Pueden ser simplemente una mesita y un par de sillas colocadas por la mañana junto a algunas ruinas muy antiguas, bajo un sol radiante en medio de un cielo azul sin nubes y donde se pueda tomar un café o un vaso de rezin, el particular vino blanco griego, bien fresco. No hace falta gran cosa, apenas eso. Fácil ¿no? Y el gato que acompaña la escena y descansa satisfecho consigo mismo bajo la mesa, ni siquiera hay que pagarlo.