domingo, 2 de mayo de 2010

Crepuscular



Llega el atardecer y el cielo se va apagando lentamente, aquí y allá la penumbra creciente comienza a ser horadada por la luz de las ventanas que se rebelan ante el avance de las sombras. Bajo los viejos balaustres alguna de ellas permanece entreabierta, como para dejar entrar el fresco aire nocturno o quizás para dejar salir las malas ondas del día. Es el momento mágico en el que la ciudad vacila entre la luminosidad ruidosa y la callada oscuridad.