miércoles, 10 de febrero de 2010

Muñoz Molina

Recostada en su vieja reposera de aluminio, Pola se entretiene leyendo a Antonio Muñoz Molina, uno de sus escritores preferidos, quien gentilmente accedió a bajar con nosotros hasta la playa.
Por cierto, estamos en Piriápolis en buena compañía: yo vine junto con Bowles, ya citado, con el turco Orhan Pamuk y, el plato fuerte, nuestro conciudadano Onetti, quien hasta ahora, sin embargo, no se ha dignado dejar la casa, sospecho que porque el sol lo fastidia. Ya en el balneario me encontré con mi viejo conocido, el argentino Juan José Saer, que me fue presentado hace algún tiempo aquí mismo.
A Pola la acompañan Muñoz Molina, ya mencionado, el húngaro Sandor Márai y otro compatriota suyo de nombre compuesto que no consigo memorizar por completo, aunque sí que termina en "Nagy" y que vino en un libro de tapas duras que ella lee subrayando, aquí y allá, determinados pasajes con todo cuidado, utilizando una regla.
Estamos "en patota", como quien dice.