
Pero sí lo hacen, se superponen, apenas, en el umbral adonde él está sentado, aunque es como si no lo hiciesen, continúan perteneciedo a universos paralelos.
Muchas veces, de una manera menos evidente pero igualmente dramática, nuestros respectivos universos personales, familiares o sociales, parecen navegar en paralelo y en otra dirección de los de quienes nos rodean. Permanecemos incomunicados, incluso negándonos a pulsar el botón que envíe una señal para iniciar el contacto, mutuamente imcomprensibles, con obstinación.