jueves, 17 de septiembre de 2009

La ventana


Un solitario rayo del sol del atardecer ha logrado atravesar la muralla de edificios del centro de la ciudad y por un instante señala una ventana alejada, allá a lo alto, rescatándola de la oscuridad invasora. Sus vidrios, recubiertos de polvo y del hollín de los vehículos, resplandecen brevemente bajo un techo de aspecto tan ruinoso como el propio edificio que los alberga, coronado sin gloria por el esqueleto de un cartel que ya hace mucho que no es luminoso, pero que en su momento publicitó algún producto hace tiempo olvidado en un alfabeto en progresivo desuso.
Porque la ventana no está en cualquier ciudad, sino en El Cairo, capital de un país fascinante, y es atractivo especular con las cosas que esos cristales, constantemente velados por fina arena fugitiva del desierto, habrán podido presenciar.