domingo, 19 de julio de 2009

Tarde de lluvia en Copacabana

Hacía apenas un par de meses que vivía en Río de Janeiro y aún no tenía muchos amigos. Era domingo por la tarde y llovía -no "el agua sucia de un querer" de Vallejo, sino una llovizna leve, pero fastidiosa. Salí a descubrir la ciudad solo, o mejor dicho, solo con mi cámara, que no es lo mismo, y me puse a recorrer a lo largo de una playa de Copacabana que me remitía a la música de Tom Jobim y a un Rio irreal y hecho casi exclusivamente de música.
Me detuve a fotografiar un pequeño grupo que miraba con interés una "picada" en la arena con tanta atención como si fuese una final de campeonato.
Han pasado más de treinta años, dejando atrás al hombre joven que disparó la cámara, pero la imagen registrada ese momento permanece, con la pelota siempre suspendida en el aire, recuerdo que será eterno mientras dure, para parafrasear a Vinicius de Moraes.