Tras registrarme en el hotel y aunque llovizna un poco, salgo a reconocer la zona de operaciones. Luego de un rato de dar vueltas con cierta cautela, el nombre de todas las calles está escrito en chino y no he encontrado gente que hable otra cosa que chino, ya sea el oficial mandarín, o el "shangaiés", lo que fuere, que tampoco entiendo y no quiero extraviarme y como empiezan a insinuarse ya no el hambre, sino más bien las ganas de comer, en mi delirio viajero busco algo así, típico, que sea algo así como un santuario gastronómico de esquisitos sabores:
Pero con lo primero que me encuentro es con esto, una gran "Parrillada argentina", con banderas del exótico país sudamericano, fotografías del dios de la mano vestido con su icónica camiseta y que ofrece delicias de ensueño para los paladares poco acostumbrados de los locales a esos exotismos cárnicos :
Me dirijo hacia el centro de la ciudad, cercano al tradicional Bund (link) y noto que la tradicional Shanghai es mucho más moderna y cosmopolita de lo que imaginaba:
