Acostado sobre su modesto carrito -acaso su única posesión- que de día le sirve para trabajar, el hombre duerme apaciblemete en medio de la calle. ¿Sueña, acaso, con volar a lugares lejanos, o quizás con etéreas bellezas de cabellos rubios? Quizás apenas con un buen plato de comida, o un entretenido partido de cricket. Su sueños pertenecen a un mundo que nadie más que él podrá jamás visitar, ni siquiera como invitado. En eso, al menos, todos nos parecemos. martes, 10 de mayo de 2011
Paharganj
Acostado sobre su modesto carrito -acaso su única posesión- que de día le sirve para trabajar, el hombre duerme apaciblemete en medio de la calle. ¿Sueña, acaso, con volar a lugares lejanos, o quizás con etéreas bellezas de cabellos rubios? Quizás apenas con un buen plato de comida, o un entretenido partido de cricket. Su sueños pertenecen a un mundo que nadie más que él podrá jamás visitar, ni siquiera como invitado. En eso, al menos, todos nos parecemos.