Mi primera impresión fue de estar presenciando una situación de maltrato, pero en unos segundos me di cuenta de que se trataba precisamente de lo contrario: el hombre le estaba propinando a la joven sentada en esa especie de sillón de tortura un relajante masaje en su espalda y cuello. ¡Y después dicen que la primera impresión sobre algo generalment es acertada!