No, no me engañan, ya soy un zorro viejo. Podrán poner todos los corazoncitos que quieran que no me convencen, yo leí a Borges y sé que el tiempo es una daga, "
esa otra daga", que espera para clavarse en nuestros corazones sin piedad. Allí estaba, sentadito con aire de inocencia, como una cobra enroscada sobre si misma, pronto para saltar.