Ayer por la tarde hacía buen tiempo en Piriápolis. Bajo el tímido sol de mediados de junio, más cercano al invierno que al otoño, se estaba bien, aunque a eso de las cuatro y media ya era obvio que la tarde estaba por dejarle el paso a la noche. No importa, aunque hayan sido unas pocas horas de alegre luz, alcanzaron para calentar un poco nuestros corazones ateridos.