Patinadora

Da para todo, la rambla, también para patinar. A veces no nos damos cuenta de todo lo que significa para nuestra salud mental ese espacio de distensión gratuito y siempre disponible con el que contamos los montevideanos.

Envidia

Tenía un rato para almorzar y se fue a la rambla a comer algo frente al río-como-mar. Allí, tras quitarse el saco, comer su sandwich y beber su refresco, se quedó mirando con envidia a los bañistas que se refrescaban en las turbias aguas con manifiesto regocijo.

Modelo para armar

Cuando hay temporal en la costa, el pampero hace enojar a las olas que, impotentes para vengarse del emisario de Eolo, se desquitan con los murallones de la Rambla Sur, nuestro humilde malecón. Pueden llegar a hacerlo con tal brío, que sus losas de granito quedan desencajadas y en desorden, así que en forma preventiva, una ordenanza municipal dispuso que se clasificasen para volver a colocarlas en su sitio una vez pasado el meteoro. Eso dicen las malas lenguas, al menos, enfatizando que la medida quedó sin efecto cuando  los funcionarios numeradores se quedaron sin pintura.

La mano negra

El caballero blanco enfrentaba confiado a las huestes negras cuando la Mano Negra, lanzándose sobre él como un ave de rapiña, lo eligió para una misión imposible tras las líneas enemigas. No podía protestar, después de todo era un guerrero profesional.

Disidente

El partido de fútbol femenino que se disputaba en la cancha situada enfrente a la escollera Sarandí estaba en su apogeo. Pero la jugadora disidente no se acercaba a verlo. Es más, mantenía una buena distancia con el evento y así  la barrera de espectadores le ocultaba su desarrollo. Pero ella no cedía y prefería permanecer alejada, con su pequeña pelota a su lado, como magro consuelo. Era una jugadora de principios.

Ballet playero

Con el frío que está haciendo en estos días (¡qué fácilmente nos olvidamos de lo que no nos conviene, como del inusual calor que hizo pocos días atrás!..), esta escena playera también de julio, pero de 1988, adonde los personajes de la foto no lucen demasiado arropados, nos puede resultar un tanto extraña, pero ya saben, la fotografía no miente (¡já!)

Combate

No pregunté de qué se trataba, estaba claro: el filibustero en su nao se acercaba a nuestras costas con el fin de iniciar alguna sarta de infames tropelías y esos dos bravos vigías se trabaron con él en fragoroso combate. ¡Demos gracias a que siempre hay guardias que a riesgo de sus vidas se baten para hacer de nuestras playas un lugar más seguro!

Nubes

Aunque ya caía la noche, más que caer, se desplomaba, esa reducida ventana (¿o era una pequeña pantalla?) mostraba las nubes iluminadas por la luz del atardecer, haciendo gala de un optimismo contagioso. "Por más que nos vayan rodeando las tinieblas" -parecía decir- "siempre hay una forma de ver el cielo".

Abstraído

La plaza comenzaba a animarse, había parejas de personas "mayores" y alguna otra moviéndose al ritmo del dos por cuatro, pero a él en ese momento no le interesaba, su libro estaba mucho más interesante, así que se quedó sentado pasando las páginas como si nada.

Repartidos

Una cosa buena de la rambla es su extensión, hay lugar para todos, y si pueden repartirse de manera tal de salir en la foto en el lugar adecuado, todavía mejor.

Pintín Castellanos

Una tarde de enero paseando con mi cámara por la Rambla Sur encontré a un famoso: el admirado músico y compositor Pintín Castellanos, autor de la célebre milonga "La puñalada". Disfrutaba del sol en compañía de su esposa, que tenía un aire más preocupado. Supe que falleció tres años después.

Beso

No todos acuden a la rambla para pescar, naturalmente; muchos vienen a pasear y otros a hacer otras cosas, porque en realidad, ya pescaron.

Pescadores

Algunos de los pescadores de la Rambla Sur son tan fanáticos que no se molestan en ir a sus casas a cambiarse de vestimenta antes de ponerse a pescar y van, como el de la derecha, directamente en ropas de trabajo, como para no perder tiempo.

Rambla Sur

Cuando miro en mi archivo las fotos que he tomado de la Rambla Sur en Montevideo a lo largo del tiempo, me doy cuenta de que, con excepción de la vestimenta de la gente, más o menos sujeta a los vaivenes de la moda, nada ha cambiado mucho. Me resulta extraño pensar que los niños de esta foto bien pueden ser algunos de los adultos con los cuales me cruzo por esos lugares hoy en día sin saberlo.

Observador

Siempre me gustó mucho fotografiar la Rambla Sur, con la gente que se pasea con todo el tiempo del mundo a su disposición, con los pescadores y sus respectivos mirones que pasan horas viendo como otros se aburren a piaccere con la excusa de la caña de pescar entre las manos.

Petra

No recuerdo si ya publiqué aquí esta foto, creo que no, pero si lo hice, creo que fue hace tanto tiempo que bien puede ir de nuevo. Es una imagen que bien puede ser tomada en un sentido "literal" (es la entrada a Petra, en Jordania) o en otro más simbólico, pues puede prestarse a diversas interpretaciones.

Rickshaw

Supongo que era un rickshaw, o pedicab, como sea que se llama ese tipo de engendros (¿bicitaxi?), pero lo que no me explico es adónde va el/los pasajero/s, todos los vehículos similares que vi en el resto del Lejano Oriente eran considerablemente mayores.

Atareada

Aquí va esta imagen, para que incluso los incrédulos vean cuán trabajadores y diligentes son los pueblos orientales, como hormiguitas, sin parar, dale que dale, ¡aprendan!

Camanchaca

Esta tarde en un momento pareció como si fuese a instalarse una densa niebla y me acordé de la "camanchaca", una niebla en el norte de Chile que parecía dejar suspendidos en el aire a los personajes que bailaban durante la fiesta de la Virgen de La Tirana.

Minimonjes

En Myanmar (Birmania) predomina la variante del budismo conocida como theravada, que enfatiza buscar la iluminación a nivel individual. Se dice que todos los birmanos, en un momento u otro de su vida, son monjes y parten o han partido en peregrinación por los caminos viviendo de la limosna y meditando. Algunos comienzan muy temprano, como estos dos alegres mini-monjes, con sus respectivas vasijas para guardar la comida que les diesen casi más grandes que ellos.

Enmascarado

El tema de la seguridad ciudadana es uno de los más aludidos durante la campaña electoral, pero debo reconocer que algo de verdad hay en todo lo que se dice, por ejemplo, este enmascarado misterioso (¿un salteador de caminos?) rondaba a sus víctimas esta misma tarde en plena avenida 18 de Julio. Y las fotos, como todos saben y vengo repitiendo hasta el hartazgo, no mienten...

Artigas XVII

En alguna ocasión, el prócer tiene que soportar que algún energúmeno, con la excusa de festejar algo, se suba a su pedestal. Como es más fácil subir que bajar, el desdichado debe ser ayudado a descender por los esforzados y pacientes bomberos, en medio de los vítores de un selecto público, por momentos tan exaltado como él, una sarta de malvados secretamente deseosos de verlo caer desde lo alto y hacerse papilla para su malsano regocijo.

Artigas XVI

Aunque la mañana estaba fría y brumosa, el prócer se arrimó a presenciar la llegada del ganador del famoso raid hípico de Aiguá. De pie sobre un pedestal ad hoc, saludó, sombrero en mano, la llegada del jinete, que siempre alegra el corazón de un paisano de ley el ver a un jinete bien montado llegar a la meta antes que todos.

Artigas XV

Había que ascender por la escalera hasta llegar al prócer, como se alcanza una cima. Buen militar, él tenía siempre presente la necesidad de dominar las alturas y se había apostado en ese lugar un poco por costumbre, los viejos hábitos son difíciles de olvidar.

Artigas XIV

Cinco años después de que tomara la foto de la entrada de ayer, retorné al mismo lugar y allí estaba el prócer, aún situado bajo el candelabro de Damocles, pero semioculto tras un escudo disimulado como cartel. Me dió la impresión de que se sentía un tanto acosado, como cuando a él y a sus gauchos los perseguíanlas huestes enemigas y se retiraba hacia el norte, hacia el Paraguay, adonde terminaría sus días solo y olvidado.

Artigas XIII

Como si no hubiesen sido suficientes los azarosos momentos por los que nuestro prócer tuvo que pasar, me refiero a los problemas con los godos, primero y con la Junta de Buenos Aires y los lusitanos después, resulta que ahí lo pusieron, contra la pared y con un candelabro de Damocles encima de la cabeza...¡pero mire usted que hay gente desconsiderada por estos mundos!..

Artigas XII

Y allí estaba nuestro prócer, de pie, día y noche, en la entrada principal de esa mole sanitaria de otros tiempos que es el Hospital de Clínicas, como un varita dirigiendo el tránsito o, lo que sería aún peor, como un guardia de una compañía de seguridad privada, ¿hay derecho?

Artigas XII

El doctor Mariño, entonces presidente de la Suprema Corte de Justicia, hacía declaraciones a la prensa y aunque no lo parecía, seguramente estaba un tanto nervioso; no todos los días el mismísimo procer está a dos pasos escuchando y valorando lo que uno tenga para decir.

Artigas XII

Como buen oriental, Artigas de vez en cuando se aviene a arrimarse a una de las playas de nuestra costa para veranear como Dios manda. En esa oportunidad, fuera de cuadro, pero no muy lejos del lugar, seguramente lo aguardaba una parrillita con sus buenas tiras de asado y chorizos cocinándose lentamente, que las vacaciones criollas no son tales sin sus correspondientes parrilladas.

Artigas XI

Aún en los lugares más inesperados se hace presente el prócer para seguir con su ojo vigilante lo que ocurre en el lugar, como en este circo, que alegraba las monótonas tardes del pequeño pueblo de 25 de Mayo.