En medio de las temperaturas parapingüínicas que nos han torturado durante la reciente embestida invernal, una de las últimas, esperamos, este fin de semana dejó entrever al sol y la gente se volcó a la rambla como si hiciese calor. Algunos incluso recorrían la orilla del mar, murmurándole en voz baja a las olas que se vayan preparando, pues no bien llegue el verano, se piensan desquitar.