Tres inglesitas y el continente

Estaban en el embarcadero de los ferries para Liberty Island y apenas las vi les pedí para retratarlas para mi serie. "¡Pero es que nosotras somos inglesas!", dijo una de ellas. "¡Mejor aún!", les respondí, y así salieron, sonrientes, con sus coronas de rayitos de espumaplast. ¿No son encantadoras?

Tres empleadas en Manhattan

Estas tres gracias estaban sentadas en la puerta del comercio en el que trabajaban, a la espera de un París que le diese a la más bella alguna manzana. Creo que esperaban en vano, pues para manzana ya estaba la Gran Manzana y respecto a París, no debía ser el lugar más adecuado, dudo que Nueva York admitiese competencia.en su propio terreno.

Tres monjitas en el cerro del Verdún

Mientras las tres de la entrada de ayer se fotografiaban, estas tres monjitas, con la excusa de observar el panorama y el afluir de fieles, se recuperaban del ascenso por la empinada cuesta del pedregoso cerro.

Dos más una igual tres

Madre e hija habían ascendido al cerro en cuya cima está el santuario de la Virgen del Verdún, cerca de Minas, durante la peregrinación anual y no perdieron la oportunidad de sacarse una foto con la Virgen, que amablemente se prestó a posar con ellas. Las tres hacían un grupo muy lindo, pensé al disparar la cámara.

Tres ancianas en una casa de retiro

Mi abuelo, don Panta, que supo ser médico en el campo durante más de cuarenta años, solía decirle "buenas mozas" a sus pacientes ancianas para dejarlas contentas. Estas tres señoras quizás hayan roto muchos corazones en sus tiempos mozos y al menos la de la derecha, Delfa, cuando joven, fue nada menos que modelo del escultor José Belloni.

Tres mujeres aburriéndose

Estaban esperando que comenzara un espectáculo público, o algo así. No recuerdo qué era, pero espero que haya valido la pena la espera, porque lucían muy aburridas las pobres damas...

Tres adolescentes en una gincana

Estaban celebrando una gincana y tuve que ir a tomar unas fotos. Allí estaban las tres, no pude resistirme a la tentación de pedirles que posaran para mi serie.

Tres feligresas en Casabindo

Fue en la víspera de la celebración de la Fiesta de Casabindo, en la puna jujeña, en el norte de Argentina. Ellas estaban a la entrada de la pequeña iglesia del poblado -más bien un caserío-  y afuera se agrupaban los "samilantes", celebrantes ataviados elegantemente con plumas de avestruces, que agitaban ceremoniosamente corderos cortados al la mitad. La señoras me recordaron a Shakespeare, por aquello de (las brujas de) Macbeth, aunque eran simpáticas, si bien algo taciturnas.

Thes jovencitas Potosinas

Las pesqué admirando los trajes de novia que se exhibían en ese comercio. Alguna de ellas estaría pensando en casarse, o quizás  lo hacían simplemente por placer, pero el caso es que les causó risa que las hubiese pillado in fraganti con mi cámara.

Tres jóvenes manifestantes

Se acababa la dictadura en Uruguay y la gente salía a las calles a manifestarse y a festejar que "ellos" se iban, por fin.  Esta imagen la tomé durante una marcha de mujeres por la avenida 18 de Julio.

Tres mujeres en Verona

Las tres estatuas se aburrían soberanamente (supongo que serían princesas o reinas) y una de ellas, harta de permanecer siempre en la misma pose -inmóvil como una estatua, naturalmente- decidió estirar un poco los miembros entumecidos y asomarse a la ventana. No es algo muy convencional que se diga, las estatuas se supone que deben permanecer, dentro de lo posible, en el mismo lugar, pero creo que es algo perfectamente entendible.

Tres monjitas en el Vaticano

No sé si esas monjitas estaban de visita o vivían allí, pero lo cierto es que parecían perderse en medio de las majestuosas columnas que rodean la Plaza de San Pedro, en el Vaticano.

Tres mujeres marroquíes

La madre llevaba a sus pequeñas a la escuela. La menor, iba como cualquier niñita no musulmana, pero la mayorcita, al medio, ya llevaba el cabello cubierto con un pudoroso pañuelo islámico, quizás para que se fuese acostumbrando de a poco y no le resultase tan chocante cuando tuviese que ir vestida como un fantasma por la calle.

Tres oceánides en Ipanema

Las tres ninfas jugaban a ser las tres diosas de la mitología que causaron tanto revuelo con aquello el juicio de Paris y la larga guerra que vino a continuación (no, no fue la Segunda Guerra Mundial, no). En eso apareció un tritón blandiendo una manzana y se asustaron un poco, creo que no pretendían que a causa de su juego inocente fuese a arder Troya.

Tres damas florentinas

Hacía calor en Florencia, y las tres damas de la foto de hoy discutían (en dialecto toscano) sobre si iban a seguir el ejemplo de los caballeros a sus espaldas y desvestirse para meterse en la fuente, a refrescarse un poco. No sé en qué quedó la cosa, porque como buenas italianas hablaban  hasta por los codos, argumentando a  favor y en contra y al rato de esperarlas en vano, me harté y me fui en busca de otras cosas que fotografiar.

Tres niñas en Montparnasse

Fui a hacer una recorrida por el viejo barrio parisino de Montparnasse, que en ese momento estaban demoliendo por sectores. Era un barrio de emigrantes con poco poder económico y allí pesqué a estas tres niñitas absortas en sus juegos, ajenas a la metamorfosis a su alrededor y a otros problemas que inquietaban a los adultos por entonces y que hoy, a la distancia, nos parecen menores. Únicamente me queda el recuerdo de esas tres pequeñas jugando contentas con sus ramitos de flores.

Tres damas durante el carnaval

Fue durante la ceremonia previa a la inauguración del carnaval de Rio de 1978, con la presencia del Rey Momo, reinas y princesas varias.  La chica del medio era una princesa, creo, flanqueada por dos damas de compañía, quizás su madre y una tía. Parecía todo muy protocolar. De acuerdo a lo que he visto recientemente, esa ceremonia se lleva a cabo actualmente de forma mucho más mediática -y me atrevería a aventurar- artificial. Que todo cambia, claro, y no siempre para bien...

Tres indias peruanas

Fue un domingo por la mañana, día de mercado en la población indígena de Pisac, en el Valle del Urubamba, en Perú. Como otros tantos campesinos, habían venido temprano a vender algún puñadito de papas o marlos para regresar con algo de aceite para cocinar, kerosene para el farol o incluso pilas para la radio. La madre y sus dos hijas -cada vez más parecidas entre sí en lo físico y en sus destinos a medida que pasaba el tiempo- caminaban de prisa por las calles pedregosas, quizás tuviesen aún una larga marcha por delante.

Tres cholitas

Las tres cholitas charlaban animadamente a lo alto del cerro del calvario en el santuario de Copacabana, sobre el lago Titicaca, del lado boliviano. No tengo la menor idea sobre qué, ya que por allá la gente unánimemente habla en aymara.

Tres monjitas

Las tres monjitas -llamémoslas Sor Encarnación, Sor Remedios y Sor Milagros- parecían muy curiosas, seguramente se preguntarían qué diablos -¡perdón, quise decir recórcholis!- hacían esas parejitas semiocultas entre los árboles del parque. Parecían estar aquejados por calambres musculares y quizás, solidariamente, se aplicaban uno al otro masajes fisioterapéuticos, vaya uno a saber, el mundo es tan raro a veces...
(La primera imagen de mi serie "Las tres".)

Temerario

Y para terminar, por ahora, con esta serie de durmientes, que ya me tiene, a decir verdad, un tanto fatigado, aquí va una última imagen, esta vez de un hombre verdaderamente temerario, pues es capaz de dormitar con monstruos sueltos en la vuelta. ¿O será que mi perfeccionada cámara digital es capaz de captar los sueños de la gente y la sombra hambrienta que acecha al fondo, pero no muy lejos, cuidado, no es más que una pesadilla del yaciente?

Filósofo

Un viejo amigo --a quien por sus sabias sentencias, tales como "sólo sé que no tengo nada", etc. , todos en el barrio admirábamos y considerábamos unánimemente un filósofo de la escuela pesimista, aunque también por momentos dudásemos de su cordura-- decía siempre: "no importa lo mal que estés, siempre habrá otro que va a estar mejor que tú". En la foto el señor a la izquierda se acomoda como puede en su espaciosa recámara, situada en pleno 18 de Julio, mientras la pareja que pasa a su lado va en camino de pasar un buen rato frente a la tele. Así es la vida, damas y caballeros, "unos poco y otros menos y eso no es casualidad", parafraseando una famosa canción popular uruguaya.

Ciudad mediana

En ciudades menores la calidad de vida suele ser mejor. En este caso, por ejemplo, el hombre tiene mucho más espacio para acomodarse que el que tenía el joven de la fotografía de ayer, a pesar de estar en la avenida principal. Son ventajas de las que podemos sentirnos orgullosos, supongo. 

Gran ciudad

Lo que todos buscamos en las grandes ciudades es la cantidad de oportunidades que ofrecen: oportunidades de éxito, de realización personal, de suceso, etc. En contrapartida, hay que soportar a veces la falta de intimidad, el hacinamiento, pero es un precio que muchos están dispuestos a pagar por el éxito.

Semana Santa

Como es Semana Santa, hoy va una imagen de la celebración del Sábado de Gloria en Goiás Velho, el mismo lugar de la foto de ayer..

Jueves Santo

Ya que estamos en Semana Santa, aquí va una foto tomada precisamente un Jueves Santo hace ya más de 20 años en la pequeña ciudad brasileña de Goiás Velho. Viéndola, no puedo que sentirme identificado con ese muchachito, pues exceptuando las veces en que estaba fotografiando la ceremonia, por alguna razón, siempre me aburrieron a muerte las misas, y aunque nunca me atreví a dormitar durante de ellas, confieso sin remilgos que de buena gana lo hubiera hecho en más de una oportunidad.

Rickshaw

No estoy seguro de si el conductor del rickshaw -el rickshaw wallah, como dicen en la India- estaba dormitando de verdad o simplemente se hacía el que no veía para evitar tener que darle una mano a la mujer que cargaba sacos con hortalizas, detrás, a la izquierda.

Librería

¿Qué mejor que dormir rodeado de plantas y de libros? Así no es difícil poder conciliar el sueño y soñar con sosas interesantes. En una librería especializada en temas religiosos, espiritistas y esotéricos.

Extraviado

El durmiente soñaba tanto que se había extraviado en medio de sus sueños, que además eran en colores que, hay que admitirlo, parecían ser un tanto psicodélicos.

Aquí como allá

Cuando los uruguayos llegamos por primera vez a países como la India, donde el grado de pobreza es atroz, lo que más nos choca es ver la gente viviendo y durmiendo en la calle, muchas veces junto a mansiones suntuosas; la miseria abyecta se codea con la opulencia. Aquí no es así, no, es distinto, vivimos mucho mejor. No le hagan caso a la foto de hoy, tomada en plena avenida 18 de Julio a eso de las seis de la tarde, que no es más que un espejismo. Como ya lo he dicho antes, citando a Walker Evans, una foto siempre puede mentir. Nosotros estamos muy bien, como dijo un conocido presidente uruguayo de cuyo nombre no quiero acordarme, dirigiéndose a otro estadounidense que prefiero no recordar, "We are fantastic!".